El texto más antiguo del que se
tiene datos son unas pequeñas
anotaciones manuscritas a un códice en latín, realizadas en varias lenguas:
entre ellas el propio latín, un romance hispánico (bien español medieval con rasgos
riojanos, bien navarro-aragonés en su variedad riojana) y euskera.
Estas anotaciones se encuentran
entre las líneas del texto principal y en los márgenes de algunos pasajes del
códice Aemilianensis 60.El nombre se debe a que fueron compuestas en el Monasterio
de San Millán de la Cogolla (Millán o Emiliano procede del latín Aemilianus),
perteneciente a La Rioja y por aquel
entonces parte del Reino de Navarra. Por lo que se San Millán de la Cogolla (La
Rioja) recibe a menudo el sobrenombre de “cuna del castellano” y del euskera
gracias a ellas.
La intención del monje copista
era probablemente la de aclarar el significado de algunos pasajes del texto
latino.
Estas glosas tienen una gran
importancia filológica y no fueron advertidas hasta el siglo XX, cuando Manuel
Gómez-Moreno, que estudiaba la arquitectura mozárabe del Monasterio de Suso,
transcribió todas las glosas y las envió a Ramón Menéndez Pidal.
Es por tanto el testimonio
escrito más temprano del que se tenía noticia hasta entonces, en una forma
arcaica, pero claramente reconocible, de un romance hablado en el área actual
del idioma español; parece ser que era la lengua vernácula hablada por entonces
en la zona, a pesar del predominio del latín en muchos ámbitos cultos y
registros escritos.
Las Glosas Emilianenses, son más
de mil en total, unas cien están escritas en euskera, siendo este el primer
testimonio escrito conocido de dicha lengua. Aunque hay varios autores que
sostienen que las glosas no están escritas exactamente en un castellano
antiguo, sino en navarro-aragonés en su variedad riojana.
Al día de hoy se han encontrado
otros textos más antiguos que pueden considerarse protocastellanos; el Instituto Castellano y Leonés de la
Lengua, dató los Cartularios de Valpuest junto con la Nodicia de Kesos, como
algunos de los registro con rasgos de las lenguas castellana y leonesas más
antiguos que se conocen.
En 2010, la Real Academia
Española avaló los cartularios, como los primeros documentos en los que
aparecen palabras escritas en castellano, anteriores a las Glosas Emilianenses.
La única diferencia más
destacable entre estos dos documentos y las Glosas, es que estas presentan
estructura gramatical romance, algo que no se da en los Cartularios. Por lo que
las Glosas Emilianenses son los textos en romance ibérico del área geográfica
actual de lengua castellana, más antiguos de los que se tiene noticia y en los
que están presentes todos los niveles lingüísticos.